Nuestra trufa

Del campo a tu mesa.

Descubre paso a paso el ciclo de vida de nuestras trufas, mimadas en cada una de sus etapas, hasta llegar a ti.

1. Plantación propia

Más de 60 hectáreas de campo dedicadas al cultivo de la trufa, a 950 metros sobre el nivel del mar.  Nuestras trufas crecen en condiciones geológicas óptimas para su correcto desarrollo.

2. Recolección diaria

Entre los meses de noviembre y marzo, salimos al campo a diario en busca de nuestra preciada trufa. Lo hacemos con la ayuda de nuestros perros, que gracias a su olfato nos indican la ubicación de las trufas.

3. Control de calidad

Al finalizar cada jornada, revisamos las trufas una a una en busca de imperfecciones e insectos. Además, seleccionamos trufas de manera aleatoria para pasar por el laboratorio, para su análisis y control de calidad.

4. Almacenamiento seguro

Guardamos las trufas “en bruto”, es decir, sin retirar la capa de tierra que les rodea. Las mantiene protegidas y proporciona nutrientes. Las mantenemos en frío hasta la entrada de pedidos.

5. Tratamiento

Al recibir un pedido, seleccionamos a mano la trufa que más se adapta a las especificaciones del cliente. La lavamos cuidadosamente con agua y un cepillo. Finalmente, la esterilizamos con ultrasonidos.

6. Empaquetado sostenible

Introducimos las trufas higienizadas en frascos de vidrio, para preservar todas sus particularidades y aroma intenso. El frasco va en el interior de un packaging 100% ecológico. 

Preguntas frecuentes, no te quedes con las dudas.

La trufa negra, conocida como la trufa de invierno o Tuber melanosporum, en un hongo (hipogeo) que crece bajo la tierra adherido a las raíces de robles, avellanos y encinas principalmente. Se encuentra entre 10 y 60 cm bajo la superficie y se alimenta con los nutrientes que le proporciona la raíz y la tierra que lo rodea. 

El tipo de tierra, humedad y tamaño de la raíz al que está adherida influye directamente en el tamaño y forma de la trufa.  Generalmente, miden entre 3 y 7 cm y su peso oscila entre los 20 y 200 gramos

La trufa negra es un hongo de temporada que llega a su punto óptimo de maduración entre los meses de noviembre y marzo. Se reproduce en primavera y se desarrolla en verano y otoño. En invierno, con el frío y la humedad, la trufa termina su ciclo de crecimiento estando lista para su recolección. Por lo tanto, solo encontraremos trufa negra fresca durante esos meses.

La trufa negra se desarrolla sobre suelos que cumplen condiciones geológicas muy concretas, siguiendo la costa mediterránea. Las trufas aparecen de forma natural a altitudes entre 300 y 1.500 m.s.n.m. y en exposiciones soleadas.

El productor principal a nivel mundial es España, seguido de Francia e Italia. Otros países como Chile o Australia han logrado adaptarse para cumplir con las condiciones necesarias para cultivarla.

La trufa negra se ha ganado la etiqueta de producto gourmet, ya que es un elemento indispensable en las grandes cocinas del mundo. Es un producto considerado exclusivo por los siguientes motivos:

  • Sabor y aroma único: se utiliza como condimento en restaurantes de lujo, aportando a los platos elegancia y sensaciones particulares.
  • Condiciones de cultivo especiales: para crecer requiere condiciones climatológicas muy concretas, necesitando un clima fresco, lluvioso, con tierras áridas y calizas.
  • Recolección difícil: la trufa crece bajo la tierra, siendo imposible su recolección a simple vista. Se utilizan cerdos o perros adiestrados en su olfato para localizarlas.

La trufa es un hongo que como todos los alimentos frescos se estropea con el tiempo. Recomendamos consumirla entre las dos semanas siguientes a su recepción, para evitar que se oxide y deshidrate. Es importante respetar las indicaciones de conservación para que no pierda sus propiedades:

  • Conservar en ambiente frío y seco, entre 4 y 6 grados (nevera).
  • Mantener en un frasco cerrado, como el que recibes con la trufa. También puedes conservarla en un tupper con huevos o quesos, para “trufarlos” y que se impregnen del olor. ¡Recomendación Truffísimo!
  • Envolver con papel de cocina para que absorba la humedad (recuerda, es un hongo que respira). Cambiar el papel una vez al día.
  • Limpiar con agua y un cepillo en caso de que aparezca un poco de moho o alguna mancha blanca. Después, secar bien y envolver con papel de cocina. 
  • Recomendamos no congelarla. Si se desea congelar para evitar que se deshidrate, envolver con papel de cocina y papel de aluminio por encima. Lista para el congelador. Si deseas rallarla puntualmente sobre un plato, rállala congelada y devuélvela al congelador.

A todas las trufas les realizamos un corte que llamamos la “cata”. Sirve para conocer el estado de la trufa: para verificar que está en su punto óptimo de maduración, verificar que no está “enferma” y verificar que se trata de trufa negra Tuber melanosporum.